lunes, 6 de agosto de 2007

Comprendiendo los atracones

Todo bulímico sabe bien acerca de estos episodios que pasan a formar parte de su vida, sucediéndose con bastante regularidad. o obstante la mayoría de las personas alguna vez experimentaron esa sensación de atiborrarse de comida, sin que ello hubiera significado padecer de un trastorno alimentario.
En el caso de la bulimia, los atracones se producen a razón de tres o más veces por semana. Hay personas que tienen estas compulsiones varias veces al día, lo que se denomina "Mal Bulímico": aquí hay peligro de rápida descompensación física.
Se describe al temible atracón como una crisis en tres tiempos:
  1. Breve lapso de excitación en que la persona experimenta un malestar indefinido que la perturba e invade junto con una sensación desmedida de hambre y necesidad imperiosa de comer. La crisis puede desatarse por diversos motivos: soledad, aburrimiento, una desilusión, grandes períodos de restricción alimentaria, etc. Incluso hay pacientes que en forma consciente no pueden reconocer el factor desencadenante; generalmente son personas que se encuentran altamente tensionadas.
  2. Repentinamente aparece el acceso bulímico, incontenible: la persona se arroja sobre los alimentos que tiene a mano. Generalmente son comidas hipercalóricas (pan, confituras, chocolate, pizza, helado, etc.). La persona ingiere a gran velocidad impresionantes cantidades de comida, incluso hasta hace “mezclas” que atentan contra el buen gusto. Estos episodios se producen en una soledad absoluta, vigilando afanosamente para no ser descubierto. El fin del atracón se produce cuando ya no hay nada más que comer o cuando un tercero interrumpe.
  3. Período de malestar profundo en que sobreviene un gran autodesprecio: la persona tiene la sensación de que pronto va a estallar su abdomen y experimenta sofocación. Siente dolor de estómago, a veces náuseas y hasta dolor de cabeza.

El malestar puede aliviarse parcialmente con el sueño o con el vómito autoprovocado. Algunos pacientes, luego de vomitar, comienzan a atiborrarse de comida nuevamente.

A nivel psicológico, después de darse el atracón, la persona se siente perturbada por fuertes remordimientos, culpa y enojo consigo misma. Se vivencia el episodio como un desdoblamiento de la personalidad donde por un lado hay una persona que quiere bajar de peso y, por el otro, una persona que va en contra de ese objetivo. Muchos pacientes aseguran “desconectarse” de la realidad cuando sobreviene el atracón, como si en ese momento no supieran lo que están haciendo.
A nivel neurofisiológico se ha descubierto que hay un mediador químico implicado en la aparición del atracón: momentos previos al episodio hay un descenso desmedido del nivel de serotonina en la sangre y en el cerebro. La serotonina es una sustancia que regula las sensaciones de hambre y saciedad. Con el tiempo, las recurrencias de los atracones pueden incrementarse, hasta llegar al punto de tener que recurrir a psicofármacos para estabilizar a la serotonina.
Los atracones comienzan a desaparecer a medida que el paciente empieza a hacer conscientes los motivos desencadenantes. La clave del tratamiento es lograr que la persona identifique la causa, deje de sentirse culpable y empiece a entender lo que le pasa, en profundidad.

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